BIENVENID@S

El sentido de este blog es que todos vosotr@s conozcáis las consecuencias del consumo excesivo de alcohol, así como la solución a este problema. Esperamos que resulte de ayuda para aquellas personas que sufren un problema con la bebida, aquellas que aún no lo tienen y todo aquel al que le interese el tema.
Bienvenid@s, esperamos que os guste.

viernes, 25 de noviembre de 2011

HISTORIA DE BERNARDO

Hoy, buscando información para una nueva entrada, me encontré por casualidad con una historia contada en primera persona por Bernardo, un hombre que sufrió en primera persona lo que el alcoholismo y la drogadicción llevan consigo, lo que es perder todo tu mundo por no ser capaz de resistirte a beber...
Me gustaría por tanto compartir con vosotros esta historia, porque creo sinceramente que vale mucho más esto que todos los datos de estadísticas y teoría que nosostras podamos aportar aquí.

Soy Bernardo. Pase 27 años de mi vida consumiendo. Soy de ancestro paisa: Penúltimo de seis hermanos. De pequeño recuerdo que era tímido e inseguro. Me sentía inferior y le tenía envidia a mis primos porque tenían más dinero y más juguetes que yo. A los doce años conocí el aguardiente con unos campesinos de la finca. Me gustó y seguí tomando cada vez que podía, a escondidas. A los catorce vivía tomando y empecé a tener problemas con los estudios. Mejor dicho, me echaron de todos los colegios. Siempre me juntaba con los más rebeldes y los más indisciplinados. Un amigo me invito a probar la marihuana, me dió susto pero lo hice y me gustó. Repetí y me volvió a gustar y a los 15 me dieron a probar cocaína y me fascinó. Sentía que cuando metía coca podía beber más. Poco a tiempo después conocí el basuco y ese fue el que mas me gustó. Sentí que me sacaba totalmente de la realidad y me encantó la sensación. De una quedé pegado al basuco.
Osea que antes de cumplir 17 años ya metía alcohol, marihuana, cocaína y basuco. Fui entrando en un despelote total.

Me conseguí una novia. Me asusté de mi manera descontrolada de consumir y creí que alejándome de mis amigos, que todos metían igual que yo, y de Colombia, me iría mejor.
Arranqué para París con mi novia. Allá pude parar un tiempo de consumir alcohol y droga, pero continúe con la marihuana.
En Paris, como veían que era colombiano y rumbero, empezaron a decirme que por qué no les conseguía coca. Entonces le escribí a un hermano para que me mandara droga por carta para mi consumo y para vender.
Así fue. De nada valió que estuviera ya matriculado en una universidad. Ya estaba otra vez agarrado. Me dediqué exclusivamente a meter y vender. Estuve más de dos años metido en esto. Dedicado exclusivamente a rumbear, a traficar, a consumir. Mandé al carajo todo lo demás.

Viajé a Suecia a realizar el último negocio por que me estaba asustando y cansando de esta vida y después de esto decidí regresar a Colombia, casarme y ajuiciarme, a ver si casado, con responsabilidades, podía iniciar una vida libre de drogas.
Fue todo lo contrario. Me casé y me dediqué a rumbear, a consumir con mi mujer y a llevar una vida totalmente desordenada. Logré montar una empresa pequeña de artes gráficas, que era lo que había medio estudiado y me gustaba, y al comienzo me fue divinamente; pero no pude manejar el éxito. Como tenía más plata, consumía y rumbeaba más, y me fui endeudando. Ya no cumplía con los trabajos ni pagaba mis obligaciones. Decidí irme a París con un kilo de cocaína, venderlo, traerme el dinero y cancelar las deudas.
Desgraciadamente llegué, me enrumbé, y me dediqué a consumir heroína con una amiga durante ocho días seguidos. Eso fue el horror. Se me olvidó el negocio, tuve problemas con la policía, me agarraron y me metieron a la cárcel.
Estuve dos años y medio preso en Paris y durante ese tiempo, como vendían cerveza en la cárcel, la verdad es que me la pasé totalmente borracho (me las ingeniaba para comprarle las cervezas a los otros presos). Eso si, me juraba que cuando cumpliera la condena y recuperara mi libertad me iba a regenerar del todo y jamás volvería a consumir drogas.
Al fin, la libertad. Me deportaron como a un perro, Bogotá de nuevo. Gran recibimiento y bienvenida. Mis propósitos de una vida nueva se esfumaron y volvió a empezar: basuco, marihuana, cocaína y alcohol. Con más fuerza. Lo que no me metí en la cárcel me lo consumí en Colombia en poco tiempo.
Consumía todo el tiempo, como ya no tenía empresa, ni mujer, ni nada, mi vida giraba todo el tiempo alrededor de la droga. En mi casa, por lástima, me dieron vivienda y trabajo, y me aproveché de esto. Empecé a estafar y a robar en la empresa familiar.
La enfermedad progresaba y mi impotencia era cada vez mayor.
Me volví un irresponsable total. No me importaba nada; ni mi hijo, ni el trabajo, ni mi familia. Me convertí en una persona muy agresiva. Se me corría la teja con facilidad.

Consumía para vivir y vivía para consumir. No tenía ilusiones. Estaba atrapado y creía que mi destino era morir drogado.
Conocí por intermedio de un amigo un grupo de A.A. Estuve asistiendo un mes juicioso. Pero mi idea era que allí me enseñaran a beber. Total, paré un mes y pensé que ya había aprendido a beber.
Me di un permiso y me tomé unos tragos. Vaya sorpresa. Ese mismo día no pude parar...me tomé dos botellas de aguardiente, me metí diez gramos de perico, cinco de basuco y marihuana.
Me enloquecí. Cogi el carro a grandes velocidades. Ya no quería vivir más. Tiré a matarme saliéndome de la carretera, y de pronto sentí como una luz. Me acordé que alguien me había hablado de una fundación.
Al otro día riéndome, del guayabo y de la tristeza pedí cita. Reconocí que me estaba muriendo y que podía para solo.

Miraba hacia atrás mi vida y solo veía fracaso: estudios truncos, cárcel, matrimonio roto, orgías, narcotráfico, abandono de mi hijo, robo a mis padres... no quería seguir viviendo así.
Me interné y me tomé en serio mi recuperación. Me dediqué a conocerme, con la ayuda de las terapias, y vi en mi un hombre de buenos sentimientos, y que soy una persona que valgo mientras no consuma. Que en el instante en que me meto algo se me sale un monstruo agresivo, loco, irresponsable, envidioso, negativo, peligroso...
Durante todos esos años de consumo tuve varios accidentes gravísimos, sobredosis, hepatitis, clínicas de desintoxicación y de reposo, depresiones profundas... Por todo eso, hoy me considero un milagro y amo la vida, a mi hijo, a los seres que me rodean, la naturaleza, la soledad, el silencio.
Trabajo normalmente en la empresa familiar, acepto mi condición de adicto. Trato de mejorar cada día mis defectos de carácter. Crezco espiritualmente y vivo contento.
Esta vida mía, que era totalmente ingobernable, ya no se me sale de las manos. Tengo mi mente clara, puedo pensar, quiero y me quiero. Creo en un poder superior que me ayuda, me siento libre. Antes era un miserable esclavo de la droga.
Me gusta pasar y ayudar a otros enfermos como yo, porque se ve en carne propia lo dolorosa que es esta enfermedad.
Mi mensaje hoy a los jóvenes es que se mantengan alejados de todas esas sustancias porque, si empiezan, quedan atrapados, nadie se escapa, nadie es la excepción a esta regla. Además, llevo cinco años comprobándolo en mi mismo. Se puede llevar una vida feliz y creativa sin necesidad de la droga. No tengo necesidad de emborracharme ni de embalarme para vivir bien.

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